GREGUERÍAS DEL CONGRESO
Las greguerías del congreso son el cigarrito que me lío en las pausas para oxigenarme.
Al que acabó de redactar su conferencia durante la madrugada le escucha el público en duermevela.
Ya es difícil ver a nadie con moreno obrero. En cambio, cunde el moreno intelectual, que es la tonalidad gris que le sale al que se ha sometido a 11 horas de presentaciones Power Point.
Hemos llegado a ese momento en que las charlas sobre nuevas tecnologías las imparten señoras con guardainfante.
El que deja el paraguas abierto en la bañera es el espíritu de contradicción.
Aquella conferencia sobre arte generado por ordenador sólo resultaría convincente si la hubiese generado un ordenador. Pero eso lo hace cualquiera.
Irónicamente, hay diapositivas Power Point diseñadas por humanos que parecen diseñadas por un ordenador artista.
Los big data son tan grandes que a muchos se les llena la boca con ellos.
Hay conferencias que empezaron cuando todos éramos mucho más jóvenes.
El retroproyector balaba en una esquina pensando que ya no servía ni para hacer jabones.
En realidad, el retroproyector lo inventaron con el propósito explícito de que fuera retro.
El ordenador había aprendido a corregir los ejercicios solo, pero necesitaba constantes transfusiones de sangre de profesores.
La jirafa se escribe con J porque si no, nos marearíamos de verla girar y perderíamos las gafas.
Proyecto de investigación: por qué quienes menos tienen que decir son los que necesitan más tiempo para decirlo.
Aquellos materiales de apoyo decidieron que la conferenciante perdiera el equilibrio.
Cuando se rompió el huevo que puso Twitter salió una greguería.