Tirandillo

Tirandillo
Diez años justos de garambainas. No está mal. Aquí lo dejo para explorar otras formas de correspondencia. Mi intención es reunir una o dos veces al año textos parecidos a los que he venido publicando aquí, y enviarlos por correo postal. Para recibirlos —gratis, mientras pueda permitírmelo—, envíame tus señas a la dirección siguiente:

Nos seguimos leyendo.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Esta semana la lucha antiterrorista ha conducido al cierre de la universidad de Bruselas, y yo he recibido varios correos electrónicos en los que, con cautela y cariño, se me preguntaba si estaba bien. Tengo que confesar que no, que aquí en L*** vivimos en un estado de terror permanente, amenazados de continuo por las reuniones sorpresivas, las comisiones desmoralizantes y la barbarie de las interfaces digitales que sirven para que se tarde más en hacer lo mismo. Los fundamentalistas de la burocracia están entre nosotros y no atienden a razones. Se sospecha que también hay muchos entre los refugiados. Uno sale a la calle tan tranquilo y cuando menos se lo espera puede estallarle al lado una ley de ordenación universitaria que reduzca su vida a aporías y errores de definición. Han hecho bien en Bruselas cerrando la ULB y permitiendo que la gente estudie y trabaje desde casa con calma relativa. Puede que para salvar las universidades haya que cerrarlas.

En nuestra provincia, el curso actual está siendo arrasado por una reforma de 17 gigatones que ha transformado la matriculación en un proceso de selección a la carta, suprimiendo los menús —o sea, los años de estudio con un contenido más o menos determinado—. La primera consecuencia es que el sistema informático ha saltado por los aires y ha habido que hacer todas las matrículas a mano, con lo cual la secretaría de la Facultad se ha convertido en algo parecido a la enfermería de campaña de M.A.S.H

El martes tuve ocasión de charlar brevemente con una de las heroínas que se están batiendo el cobre en esa trinchera:
—¿Cómo es que todavía no hemos juntado firmas al pie de una carta abierta contra esta reforma?
—Porque los belgas son unos borregos.
Se conoce que en Bélgica los belgas son los otros. Al ritmo de bochornos colectivos que padecemos, a los españoles no tardará en ocurrirnos lo mismo.

Las nuevas reglas han propiciado situaciones tan singulares como esta, que me cuenta un colega:
—Hoy ha venido a verme una estudiante y me ha dicho «debo matricularme en su asignatura, pero no debo aprobarla».
—¿Y tú qué le has respondido?
—Que era difícil no aprobar mi asignatura, pero que haría todo lo que estuviera en mi mano.
(Representación alegórica)
Los drones del rectorado han sometido al personal docente e investigador a un intenso bombardeo de siglas. Nuestro ánimo ha sufrido cuantiosos desperfectos. Armado con la clave criptográfica descifro el acta del último consejo de administración: «el VD-R (video recorder), en concertación con la URIF (Unions régionales de l’Ile de France), revisará los KLO (retrete, en alemán) para comprobar que se adecuan a lo dispuesto por la CSF (cerebro-spinal fluid); el informe resultante —siempre tiene que haber un informe, abreviado PV (per vaginam)— será avalado por los demás VD (veneral desease) y enviado a CAI (Cádiz)». No sabía yo que la cosa estaba tan interesante.

A principios de semana, mientras esperaba el ascensor, escuché sin querer una conversación entre un catedrático y un postdoc de Ciencias de la Antigüedad. Creo que no se referían a Nefertiti:
—Va a resultar difícil regularizarla, porque no es un puesto institucional —decía uno.
—Llegado el caso, tendremos que revisar las cargas docentes para equilibrar los créditos —decía el otro, poco más o menos.
En cambio, esta mañana me he cruzado con la célula terrorista de los vicerrectores, que salía a comer, y he oído que uno le decía a otro: «Parece que el champán de este año es excelente».