La sombra roja es la sombra de la luz azul, y la sombra azul es la sombra de la luz roja. El público de Clamores está hoy compuesto por parejas engañadas y solitarios desengañados. Sube al escenario un grupo de jóvenes blanquitos de Nueva Orleans que han publicado ya tres discos bajo la personalidad colectiva de un doctor en demonología o un actor de peli porno: Naughty Professor.
Uno de sus temas se llama «Do you like dragons?». La pregunta había que planteársela porque las canciones que tocan son criaturas híbridas con acordes mutantes, grandes serpientes multicolores —sombras azules y rojas— nacidas de una orgía primordial de géneros incompatibles.
La batería suena a vidrios resquebrajados, a bongos playeros, a ventilador estropeado, a taller mecánico o a vagón entrando en una estación en curva. Hay compases compuestos, ritmos cojos, estarcidos sonoros: un riff reggae, una frase de Monk, un arpegio heavy, un bajo funk, un empaste de metales robado a Gustav Holst. El primer acorde mayor llega en el minuto 45, como un gol inesperado y esperanzador.
Si esta noche me hicieran una resonancia magnética funcional, mi cerebro se vería como un cubo de Rubik de 7 caras que al mismo tiempo es un cubo de Necker. Mientras no haya escrito sobre el dragón, su forma permanecerá indeterminada, rota en el aire, confundidas las sombras con las luces.