Algunos tenemos el privilegio de poder trabajar desde casa. Es un privilegio del que yo disfruto dos horas los sábados, cinco o seis los domingos y la mayor parte de los lunes. Aunque en honor a la verdad he de decir que cuando esta mañana han llamado al telefonillo yo no estaba trabajando, sino que en ese momento remendaba la presilla de un pantalón que se me rompió el otro día al engancharse con un picaporte. Estos vaqueros de hoy en día son una M.
Era el cartero, que traía un enorme paquete de Amazon. Yo sabía que Kathleen había pedido un par de libros; lo que no sabía es que tuviera la intención de regalarme el último tebeo de Chris Ware. Mis padres tienen razón: no me la merezco. El tebeo se llama Building Stories, lo que puede traducirse como «historias de edificios», pero también como «pisos de un edificio» o «construyendo historias». Consiste en una caja de medio metro de largo, como de juego de mesa, que contiene cerca de veinte comics de distinta complexión. Unos son pequeños cuadernillos apaisados; otros están encuadernados en grueso cartoné; otros tienen el formato inmanejable de un periódico alemán; otros se abren en acordeón como leporellos y otros, en fin, pueden desplegarse para formar un tablero de más de un metro de lado. La protagonista es la muchacha tullida que ya aparecía en alguno de los números anteriores del mismo autor. Y, según revela el título, también el edificio en el que vive.
Supongo que la narración es más o menos unitaria, y que no importa demasiado el orden en que se lean, a modo de traducción al cómic de lo que Rayuela o Juego de cartas fueron para la novela. Claro que uno también podría desplegar todos los materiales, pegarlos con cinta adhesiva y construir una casa de papel con una superficie habitable de 34 metros cuadrados, balcón y plaza de aparcamiento. Esto podría concebirse como otro de los innumerables itinerarios de lectura posibles —propuesto también, en cierto modo, desde el título—. Y si el precio resulta más que asequible tratándose de un tebeo de cerca de 200 páginas (sumadas las de todos sus componentes), como estudio o picadero está claro que no tiene competencia.
¿Cuánto tiempo tardará Muñoz Molina en escribir sobre esto?