Tirandillo

Tirandillo
Diez años justos de garambainas. No está mal. Aquí lo dejo para explorar otras formas de correspondencia. Mi intención es reunir una o dos veces al año textos parecidos a los que he venido publicando aquí, y enviarlos por correo postal. Para recibirlos —gratis, mientras pueda permitírmelo—, envíame tus señas a la dirección siguiente:

Nos seguimos leyendo.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Qué edificio más bonito tiene todavía el Instituto Cervantes de Bruselas.
Allí se ha inaugurado hoy el congreso bianual de la Asociación de Hispanistas del Benelux. (¡Y yo que creía que esto del Benelux era una marca fallida de la que nadie se acordaba desde 1991!). Congreso, conferencias, volumen de actas: es el paradigma de la actividad académica. De la actividad, digamos, extraescolar. A la larga —e incluso a la corta— resulta bastante limitado. Máxime en estos tiempos de universidades adimensionales y de revisión de cánones culturales. Se conoce que una cosa es revisar el canon cultural y otra  es que la revisión adopte una forma no canónica.

La conferencia inaugural era interesante, trataba de coproducciones cinematográficas hispánicas de los años 1950, pero no he podido evitar distraerme pensando en nuevos modelos de actividad científica. Me digo que no se trata de abandonar los congresos especializados para lanzarse a la divulgación, ni de dar un giro populista a la investigación, sino de explorar otras articulaciones entre la investigación en Humanidades y la sociedad. Por ejemplo, tebeos. Un, dos, tres, responda otra vez:

a) Tebeos. Mi colega Luciano C. ha publicado hace pocos meses un ensayo de historia cultural italiana bajo el aspecto de una novela gráfica. ¿Por qué no hacer una colección de divulgación de humanidades en cómic?

b) Clases ejemplares. Pensando en lo poco que se habla de la didáctica en la enseñanza superior, se me ocurre que podría filmarse una serie de «clases ejemplares», que propongan dinámicas de grupo novedosas en el acercamiento a los textos de siempre.

c) Un repositorio de reflexiones para crítica cultural. Esto ya está cerca de esas ideas que a uno no se le ocurren porque son prácticamente impensables. Se trataría de facilitar el periodismo cultural, creando una catálogo en línea de ideas que son moneda corriente en el ámbito académico pero que no llegan al periodismo generalista, porque obviamente los periodistas no tienen tiempo para asistir a cada coloquio y para leer cada volumen de actas. El repositorio contendría numerosas unidades ideológicas (¿memes?) de apenas dos párrafos de extensión, agrupadas por áreas de conocimiento. Un amplio comité científico se encargaría de seleccionar las que deben integrar la base de datos, en base a los sólidos dossieres de candidatura, que el texto a repertoriar en los artículos y volúmenes que el periodista no tendrá tiempo de leer.

d) Una agencia de noticias culturales. Esto puede entenderse como un spin off de la propuesta anterior pero, en lugar de poner una herramienta a disposición de los medios, lo que se haría es venderles un reducido elenco de noticias culturales inauditas y sexis.

e) Pecha kucha. Congresos interdisciplinares y lúdicos en los que las ponencias deben someterse a dos normas: no más de 20 diapositivas y no más de 20 segundos por diapositica. El modelo procede, obviamente, de Japón, y de una época en la que aún no existía Prezi, pero merece la pena adaptarlo a otras geografías y épocas. Quizá Kathleen y yo vayamos a un pecha kucha el próximo sábado. Como los fines de semana sólo tenemos un tren cada dos horas, nos lo pensamos dos veces antes de bajar a L***.

f) Una productora. Que hiciera reediciones críticas de películas antiguas descatalogadas, y todos esos documentales y entrevistas a Foucault, Bourdieu o Habermas que a veces aparecen en YouTube editados de manera artesanal, fragmentaria y con subtítulos en danés. 

g) Entrevistas. Disfruto mucho de las entrevistas y de las clases magistrales disponibles en línea. Pienso en las conferencias que albergan las páginas web de la Fundación Juan March o del Collège de France, pero también y sobre todo en el podcast que una lectora de Göttingen ha estado haciendo estos últimos años sobre didáctica del español, y que cuya existencia se ha divulgado de boca en boca y de foro en foro.

h) Aparte de todo esto, una medida fundamental para la utilidad pública de las viejas filologías sería la estabilización y dignificación de la didáctica de la lengua en el ámbito universitario. Esto es algo en lo que que justamente insiste nuestra lectora siempre que tiene ocasión. ¿Por qué hay lectores y no catedráticos de didáctica de la lengua? ¿Por qué los lectores están casi siempre sometidos a contratos temporales? Hasta ahora no se han escrito demasiados doctorados en didáctica del español, razón por la cual tampoco hay catedráticos (y como no catedráticos, tampoco se dirigen tesis en la materia); debería haber más, pues quedan realmente grandes descubrimientos por hacer y grandes discusiones por plantear en relación con la manera más eficiente de enseñar un idioma.