Se me ocurre que entre todas esas fotos, o contra todas ellas, se recorta una, la anti-foto de escritor por antonomasia, la célebre foto de Émile Ajar. Tres características la distinguen de las fotos de escritores comunes. La primera es que se trata de una foto privada a la que se le da un uso editorial. No prevé ese uso casi ninguna de las innumerables fotos domésticas que cualquier escritor contemporáneo tolera, fomenta o intenta destruir sin éxito: recordamos a Cela bajo la ducha, a Hemingway en la bañera, a Salinas en una piragua, a Hesse gateando, a Lorca bailando la conga, a Bukowski acariciando un conejo, a Burroughs disparando un revólver, a Bolaño sacando bíceps y a Allen Ginsberg en general.
Esta tradición del retrato traicionero viene de lejos: Jean Huber pintó a Voltaire dictándole a su secretario mientras se ponía los pantalones. Ajar hace algo más anodino todavía, algo casi vulgar, pero quizá por ello mucho menos frecuente en las fotos de escritores, incluso en las instantáneas caseras emboscadas, algo que durante varias décadas fue un gesto típicamente ligado al momento Kodak vacacional: saludar con la mano. En la foto, Ajar se encuentra efectivamente en una playa, o a bordo de un yate, en camiseta. Su saludo no es un saludo idiota, sino el saludo apresurado que se hace antes de llevar la mano a la boca para hacer bocina y amplificar una llamada. Es verdad que Bukowski también tiene una foto en la que saludaba a la cámara, pero —y aquí viene el segundo rasgo diferencial— la de la playa fue, por espacio de varios años, la única foto de Ajar que circuló en los medios de comunicación, y había sido suministrada por el propio escritor. El detalle es significativo, porque en 1974 esas payasadas no eran tan frecuentes como lo son hoy en día.
La tercera característica que hace de esta foto una anti-foto de escritor perfecta, una inversión total de las convenciones del género, es que Ajar nunca existió. Fue uno de los pseudónimos —el más famoso— de Romain Gary.
El resto de la semana he estado resfriado y no ha pasado nada.