Hace más de quince años que quería ver tocar a Brad Mehldau y al fin he tenido la oportunidad. Verlo impresiona tanto como oírlo, porque Brad Mehldau tiene una cabeza muy grande, con orejas también muy grandes, y cuando toca se contorsiona como si le estuviera dando un jamacuco. Esta noche, además, se ha puesto unos pantacas muy ajustados con un diseño que no se sabe si es moaré o un patrón tridimensional de El ojo mágico.
Jeff Ballard tiene también una hexis rara, como si fuera nuevo en esto y la hubieran dicho que tocar consiste en ir poniendo cosas en los platos y en los tambores. En varias ocasiones toca la batería con las manos, no como si fueran bongos, sino con la yema de los dedos, con un gesto de maestro pastelero. Más de una vez puede vérsele con una escobilla en una mano, nada en la otra y dos baquetas preparadas en el sobaquillo.
El estilo de improvisación de Brad Mehldau no es mi preferido, pero sus voicings tienen una textura muy personal. «Como compositor —apunto al dorso de la entrada— aúna la sofisticación de Ornette Coleman con la emotividad de Schumann». Es una frase tópica, que quizá he leído en el libreto de algún CD. Tanto en los temas originales como en las versiones —muchas veces de clásicos de la música pop, en la línea iniciada por The New Standard de Herbie Hancock— practica una estructura asimétrica que es una bocanada de aire fresco en un género —el jazz contemporáneo— que tiene problemas para situarse en cualquier punto intermedio entre el desmadre amorfo y los turnos de sota, caballo y rey.
La penúltima canción de la noche, por ejemplo, es un estándar viejo y sentimental: Si tu vois ma mère, de Sidney Bechet. Expone el tema el contrabajo; sigue una improvisación muy lírica del piano, hacen luego dos tandas de ocho compases con el percusionista, al cual le sabe a poco y repasa la forma entera en solitario, y a esto le sigue una coda de diez minutos de piano rubatto a palo seco que se inspira remotamente en los intervalos de la melodía original y dura más que el resto de la canción en conjunto.
Mehldau pone al público en pie y se somete a tres bises. No le dan la oreja porque bastante tiene con las suyas.